El diamante negro de la cocina
merece los mejores cuidados

La trufa negra es un hongo silvestre de aroma inconfundible y vida breve. Su complejidad y rareza la convierten en un verdadero tesoro gastronómico.

Para preservar su frescura y aprovechar todo su potencial aromático, es fundamental conservarla de forma adecuada.

Paso a paso: cómo conservar la trufa negra fresca

01
Refrigeración inmediata:
Al recibir la trufa, guardala en la heladera lo antes posible. La temperatura ideal es entre 0 °C y 4 °C.
02
Frasco hermético:
Colocá la trufa envuelta en un frasco de vidrio o plástico hermético para protegerla de olores externos y mantener una atmósfera controlada.
03
Envolvela en papel absorbente:
Usá papel de cocina limpio y seco. Evitá que el hongo esté en contacto directo con la humedad.
04
Cambiá el papel cada 1 o 2 días:
Esto ayuda a evitar que la humedad acumulada acelere su deterioro.
05
Permití que respire:
Abrí el frasco una vez al día para renovar el aire. Esto evita fermentaciones indeseadas y conserva mejor su aroma.
06
No la sumerjas en líquidos ni la entierres:
Evitá métodos caseros como conservación en agua, aceite o tierra, ya que alteran su textura y reducen su intensidad aromática.
07
Consumila fresca:
La trufa negra mantiene su perfil sensorial óptimo durante 10 a 15 días. Cuanto antes la consumas, mejor será la experiencia.